Carlos Alberto Barrios, Asociado a Moore España
Todos los países y las organizaciones se han visto en la necesidad de adaptarse. Considero y es una opinión personal que la humanidad en los últimos 70 años post guerra no habían vivido algo tan catastrófico de efecto mundial tan devastador y de tan amplia dimensión como lo que estamos sobreviviendo en la actualidad; ni la guerra de Vietnam o Corea, o la catástrofe nuclear de Fukushima o Chernóbil; o pandemias como el Polio o el Ebola.
Los
cambios ante los eventos catastróficos (porque el covid19 lo es), ha obligado
que las economías mundiales se adapten a un nuevo orden del que medianamente
pocos estaban preparados y los países que la sufrieron supieron con sacrificio
inmenso borrar muchas de las heridas y reponerse -eso que se llama resiliencia.
Estos países son los que han dado menos tumbos y han sabido sobrellevar y
gestionar medianamente este embate social, económico y geopolítico. La
improvisación, la falta de claridad y transparencia sobre la realidad de la
situación, subestimándolo y ofreciéndole falsas expectativas de tranquilidad y
falso triunfalismo que se quiere transmitir al ciudadano, lejos de lograr un
efecto reanimador en este le aleja aún más, le separa creando dos realidades:
la que vive y sufre el ciudadano y la farsa idealista que tratan de vender los
gobiernos. Pero la realidad está ahí.
En las
empresas es similar, la empresa es un microcosmo que refleja un estado y un
gobierno. Hay organizaciones que han sabido adaptarse, con sacrificios inmensos
ajustando los servicios a segmentos y sectores de mercado, reduciendo la
plantilla de personal, ajustando costes, minimizando ineficiencias
operacionales y financieras; en fin ajustándose a la realidad de sobrevivir o
cerrar. Otras han sabido entender y aprovechar las oportunidades, y aquellos que
subestimaron la situación, los que no racionalizaron costes e ineficiencias,
los que no fueron claros con sus empleados, clientes y proveedores son los que
posiblemente deberán cerrar sus puertas, venderse o fusionarse.
La empresa
se piensa, se analiza y se actúa, la improvisación y la inacción no son opciones
válidas.
Debemos
conocer a nuestra empresa, debemos saber dónde estamos y en dónde somos
vulnerables, ser indolente es irresponsable para con nuestros empleados,
nuestros clientes y proveedores. Formamos parte de un ecosistema dinámico que
busca la perfección y la entropía como la tendencia al caos, es parte del proceso
que debe ser previsto y entendido tomar acciones oportunamente y no perder el
control.
Miremos a
nuestro alrededor e identifiquemos aquellos países que han sabido adaptarse y
reaccionar eficazmente a la pandemia y los que no; entendamos el por qué y el
cómo; hagamos una introspección a nuestra empresa e identifiquemos en cual lado
de esa balanza estamos.
Entendamos
a la organización, sus fortalezas y oportunidades, este cliché tan trillado y
rastrillado parece que hoy y ahora es el que nos puede salvar.
Si tienes algún comentario, estás en la libertad absoluta de
realizarla, respetando las ideas de los otros y sin exponer a personas ni a
organizaciones. Nadie tiene ni conoce la verdad absoluta!
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