Garantía razonable o garantía absoluta, que
hay detrás de la prevención del riesgo.
Carlos Alberto Barrios L
Asociado a Moore Stephens Madrid
En varios de mis artículos publicados en este medio, así como en casi
todas las charlas que asisto como expositor invitado, siempre se desata una
discusión sobre la pertinencia de los controles internos en los procesos de gestión,
ya que de alguna forma basta abrir la primera página de los diarios para
apreciar la cantidad de escándalos comerciales y financieros que estremecen a
la opinión pública y hasta los gobiernos.
Nos podemos preguntar: Es que estas organizaciones, íconos del comercio o de la Banca o de los servicios, carecían de estos elementos de control; seguramente sus departamentos de cumplimiento y auditoria interna estaban constituidos por cientos de personas estructuradas y ceñidas bajo los más estrictos protocolos que rigen esta materia. Pero qué paso?. Solo podemos inferir que quedo demostrado qué cuando no se quiere y no hay compromiso, todos esos controles, todas esas buenas prácticas, esos imponentes manuales de prácticas corporativas de éticas y de responsabilidad, eran simplemente un montón de buenas intensiones.
Cuánto dinero invertido en diseñar, desarrollar, implementar y
monitorear, y el elemento más crucial, más crítico como el moral y ético de la
Directiva echó todo por la borda, años de esfuerzo y compromiso de miles de
empleados a nivel mundial, destruidos por gente con poca moral y sin compromiso
con sus empleados, sus clientes e incluso su país.
Esta situación favorece a los detractores de los modelos de gestión de riesgo que indican y cuestionan de qué valió invertir tanto, tanto esfuerzo, tanto tiempo para que todo funcionase como si nada se hubiese realizado, la empresa expuesta al escarnio público, bajo investigación de todos los entes y nuestra competencia buscando todos los caminos para que el escándalo no sea olvidado en los próximos años.
El razonamiento parece válido para el que quiera usarlo como argumento
cuando se trata de implementar controles, buscando una excusa para minimizar la
importancia y trascendencia de este tipo de actividad o simplemente para
invertir lo mínimo necesario en implementar controles. Estos personajes, muchas
veces ostentando altos cargos directivos parecen obviar que el riesgo inherente
a casi cualquier actividad y comportamiento humano es impredecible, hoy una
persona es toda moral y ética, mañana sin saber porque, sin saber qué los motiva,
cometen un fraude. Pero ahora, cuantas actividades delictivas no han sido
detectadas oportunamente, o sus consecuencias e impactos minimizados, la
respuesta es que el control funcionó adecuadamente. Esa es la otra cara de la
moneda que no se dice y que es imposible de cuantificar.
El fin de la evaluación del riesgo no es simplemente la prevención o
detección de actividades delictuales o de carácter penal, ese es otro de los beneficios
de la evaluación oportuna del riesgo.
El principal beneficio de la evaluación y entendimiento del riesgo es
el mejoramiento y optimización en la eficiencia y flujo de los procesos
empresariales con impacto en la sociedad, en el comercio, en la economía y
incluso hasta en la ecología.
Entender o percibir que el riesgo per
se está solamente asociados a actividades delincuenciales, es una posición
muy sesgada y limitada.
Al entender los procesos y los riesgos que están expuestos interna o
externamente las organizaciones podremos diseñar aquellas actividades de
control que minimicen el efecto o consecuencia negativa que ese riesgo
detectado pueda ocasionar en la dinámica del proceso. Qué adicionalmente ese
impacto tenga o pueda ser considerado de impacto penal, es otra cosa, perfecto,
dos riesgos detectados asociados al mismo proceso; matamos dos pájaros con una
piedra.
Entendido el riesgo como una situación inherente al proceso, y
determinado el impacto que este pudiese ocasionar en caso de sucederse, es lo
que nos permitirá diseñar el o los controles que deberán implementarse para
minimizar ese impacto a su mínima expresión, sin crear nuevas situaciones que
interfieran en la eficiencia y oportunidad del proceso a controlar. Es en este punto en el cual la mayoría de las empresas refieren como
garantía.
Es pues el diseño e implementación de un control que minimice o
elimine la posibilidad cierta que el riesgo detectado se produzca, es cuándo
podremos considerarla una garantía razonable o absoluta.
La única forma que conozco donde se ofrezca garantía absoluta, es que
el proceso o la actividad de riesgo sea eliminada, en pocas palabras, no
tengamos nada que controlar. Por ejemplo: cómo podemos ofrecer garantía
absoluta que el riesgo de malversación del efectivo en caja se presente; prohibiendo
el uso del dinero en efectivo en la caja. Esa es una garantía absoluta. Incluso
así ese control fue totalmente automático, sin intervención humana, cabe el
riesgo del fallo del control, por daño o error del instrumento controlador, y
como prueba tenemos el evento del reactor nuclear de Fukushima en Japón.
El tema de las garantías razonables y garantías absolutas en los
procesos empresariales es un tema apreciativo, nadie, y repito nadie, dará
jamás garantía absoluta sin tomar acciones radicales y extremas como las
expuestas en el ejemplo anterior, y hay una simple razón explicada al comienzo
de este escrito y es que detrás del control hay personas, con comportamientos y
actitudes impredecibles, logrando que el control efectivo hoy, es inefectivo
mañana.
Sin embargo, comercialmente es casi un cliché ofrecer garantías, que
mal entendidas por el cliente puede asumir que son absolutas, y realmente nada
más lejos de la verdad.
Toda actividad donde exista un nivel de participación humana es
sensible al error, por acción o por omisión. Yo como asesor empresarial
prefiero hablar de posibilidad, ni siquiera de probabilidad, ya que esta es el
resultado de una formula estadística con valores objetivos y reales, mientras
que la posibilidad es subjetiva, una percepción de éxito o fracaso partiendo de
unos valores e indicadores que pueden ser objetivos y reales afectados por
situaciones incontroladas, en pocas palabras es una garantía razonable.
Debemos ser muy cuidadosos y responsables ante nuestros clientes
cuando hablemos de estos temas, he visto en muchos proyectos que algunos
consultores ofrecen garantías incuestionables, absolutas que los pronósticos o
los resultados serán los por ellos ofrecidos, y no pasan ni 3 meses cuando
todas esas garantías absolutas, incuestionables están hechas añicos, igual que
la reputación del consultor y la confianza del cliente.
Si desea comentar o agregar algo adicional al tema, está en toda la libertad de hacer, siempre respetando la opinión y comentarios de los demás y sin exponer a empresas ni personas.
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