La empresa como reflejo de una
cultura.
Carlos Alberto Barrios L
Asociado a Moore Stephens Madrid
Un aspecto interesante que he podido observar durante mis años como
consultor de riesgo empresarial y que también había observado durante mis años
profesionales en empresas internacionales del sector manufacturero, era como algunas
empresas trataban de inculcar valores culturales, éticos y morales a sus
trabajadores, desconociendo que muchos de estos valores no estaban alineados a
las culturas e idiosincrasias del país o de la región donde se establecían.
En muchas de las empresas se trata de alinear al trabajador cualquiera
sea su cargo, a desarrollar y laborar ejerciendo un rango de valores éticos y
morales que muchas veces ni siquiera están alineados a la idiosincrasia del
trabajador, inculcándoles costumbres o estilos culturales que en muchas ocasiones desconocen hasta su
significado. Entonces como podemos esperar que ese trabajador este culturalmente
alineado a la organización?, o que cumpla un precepto cultural que no entiende o no
comparte?.
Un error comúnmente realizado en algunas empresas es copiar o imitar
valores empresariales desarrolladas ya sea en la casa matriz o de otras
empresas consideradas hitos empresariales, sin evaluar sí esos valores o metodologías culturalmente se vinculan a la organización. Esta situación indefectiblemente
ocasionará incumplimientos, faltas y desvinculaciones entre la empresa y el
trabajador.
Cuando un trabajador no se vincula a la empresa, cuando no siente la
empresa como propia o qué ésta no forma parte de su entorno, pocas veces
lograremos un trabajador comprometido al logro de los resultados, o impulsador de
cambios y a dar lo máximo esperado por la organización, causando efectos
ambiguos donde se predican falsos preceptos, no por convicción sino por
necesidad de mantener el puesto de trabajo.
Es muy importante a lo largo de las revisiones del Modelo de Control y
Gestión, es el referido a la alineación de la cultura empresarial al quehacer
del trabajador.
Un caso práctico lo observé en una empresa Nipona, con una cultura
organizacional sustentada en preceptos de Calidad Total. Calidad Total es un
estilo de vida que se aplica en la vida privada del individuo y qué se proyecta a la empresa y a su entorno, es una cultural que se internaliza y aprende, no se
impone, es algo que trasciende más allá de un manual y de un curso con certificado incluido. Es
como pretender ser Budista de 8:00 a 12:00 y de 2:00 a las 6:00, de lunes a viernes.
Esta empresa tenía todas sus paredes tapizadas con cientos de mensajes referidos a la Calidad Total, manuales por doquier, cada presentación y material entregado tenía algo referido al tema de Calidad Total. Pero cuando te reunías con la Dirección y sus empleados durante el desarrollo del proyecto, y referías algo sobre la Calidad Total, su asimilación en su vida y en su trabajo, todos sin excepción te indicaban que eran mensajes bonitos a los cuales inclinaban la cabeza, sin entender su significado o su beneficio, no percibían en éstos un valor.
Esta empresa tenía todas sus paredes tapizadas con cientos de mensajes referidos a la Calidad Total, manuales por doquier, cada presentación y material entregado tenía algo referido al tema de Calidad Total. Pero cuando te reunías con la Dirección y sus empleados durante el desarrollo del proyecto, y referías algo sobre la Calidad Total, su asimilación en su vida y en su trabajo, todos sin excepción te indicaban que eran mensajes bonitos a los cuales inclinaban la cabeza, sin entender su significado o su beneficio, no percibían en éstos un valor.
La Calidad Total como estilo de vida, que trasciende en la actividad administrativa y de eficaz dirección empresarial no había sido entendida y no formaba parte de la dinámica personal ni empresarial.
Algo parecido sucede con algunas empresas familiares y Pymes que
tratan de inculcar valores, controles y procesos de otras empresas más exitosas o más eficientes que ellos, pretendiendo que “ahora sí” las cosas funcionaran bien. El
“cut&paste” de controles internos y procesos, no funciona y puede ser un
grave error aplicarlo.
La experiencia indica que una organización no puede, no debe
introducir elementos culturales que no sean entendidos por el trabajador o que
estén en contraposición de sus valores culturales, morales y religiosos, sin antes ser
evaluados, probados y adecuados a la organización receptora.
Las empresas deben evaluar y conocer la cultura organizacional de sus
filiales y permitirles adecuarlas a su idiosincrasia cultural; aceptándoles
esos niveles de adecuación permitirá que estos sean reconocidos, asimilados y
cumplidos por el personal, y estos, sus trabajadores podrán ver que su nueva
organización es permeable, es dinámica, oye y se adapta a nuevas formas y
culturas.
Si desea agregar y comentar más detalles referidos al tema, tiene la libertad para hacerlo, siempre respetando la libre opinión, ideas y pensamientos, así como evitando exponer nombres de empresas o personas.
Si desea agregar y comentar más detalles referidos al tema, tiene la libertad para hacerlo, siempre respetando la libre opinión, ideas y pensamientos, así como evitando exponer nombres de empresas o personas.
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